Hay
una condición básica para contar con el agrado de Dios, como también una
sanción para quienes no la cumplen: Honrar a su Hijo. Dios ha constituido a
su Hijo heredero de todas las cosas, ha puesto todas las cosas bajo sus pies,
y le ha concedido a Él toda autoridad. Así que, negar al Hijo es negarle a
Él; pero honrarle es también honrarle a Él.
La verdad más
importante que el Espíritu Santo quiere destacar en Juan 5:19-29 es la que aparece en el
versículo 23: “Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no
honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.”
Todas las cosas que el Padre le dio al Hijo tienen el objetivo de que Él sea
honrado. Asimismo, todo lo que el Padre demanda del hombre es que honre a su
Hijo.
El Padre le ha
dado al Hijo el tener vida en sí mismo. (Juan 5:26) El Padre ha concedido a
su Hijo la más grande señal de su deidad: el existir por sí mismo. No sólo el
Padre existe por sí mismo, sino también el Hijo existe por sí mismo.
Todo lo que el
Padre hace lo hace el Hijo igualmente (Juan 5:19 b). Así como el Padre creó
el mundo y gobierna el universo, y sustenta todas las cosas con su poder, así
también hace el Hijo.
El Hijo tiene
autoridad de dar vida a los muertos que Él quiere (Juan 5:21). Llegará un
momento en que la voz del Hijo de Dios (no la del Padre) se oirá y su sonido
será tan potente que todos los sepulcros temblarán. Entonces, los que oigan
la voz del Hijo de Dios, vivirán.
El Hijo tiene
autoridad para juzgar (Juan 22,27). Todo el juicio que se va a realizar en el
futuro, sobre toda la humanidad, sobre creyentes e incrédulos, sobre grandes
y pequeños, sobre reyes y vasallos, todo el juicio se va a realizar por el
Hijo.
En el Hijo de Dios, el Padre ha hecho descansar
su poder, su divinidad, su gloria, su excelencia como para que nosotros nos
rindamos a Él
El Apóstol
Pedro en su primer discurso, luego del derramar espléndido y poderoso del E
Santo en Pentecostés, categóricamente declara: Este Jesús que vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo!!!
Ciertamente
nos conviene decir ahora, en este tiempo: “Ciertamente Jesucristo es digno de
ser honrado, de ser exaltado”.
Es necesario
creer en Dios y creer también en su Hijo Jesucristo. Dice la Escritura: “Todo
aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo,
tiene también al Padre” (1ª Juan 2:23).
Si alguien conoce al Padre es porque conoce al Hijo. Si alguien tiene
al Padre, es porque tiene al Hijo. Sólo los que honran al Hijo agradan al
Padre.
Porque el
único camino que nos lleva a Dios es Jesucristo. Y no hay otra puerta que nos
dé entrada a este camino, sino Jesús, porque Él es la puerta.
Creer en Dios no es suficiente. Hay que creer en el Hijo. Si pudiésemos
escuchar lo que Dios nos dice, oiríamos algo así: “Mi Hijo es la Puerta, no
procures entrar por otro lado. Los que entran por otro lado, son ladrones y
salteadores. Yo he determinado que nadie pueda llegar hasta mí, sino es por
mi Hijo, por esta puerta que yo establecí, porque quiero que todos le honren
a Él. Si alguien viene por otro camino, yo le rechazaré. ¿Cómo es que tú te
atreves a intentarlo? Vienes amparado en tus propias justicias. Aléjate de
mí. No recibiré a nadie que no venga por mi Hijo.”
Jesús les dijo
a sus discípulos: “Creéis en Dios; creed también en mí” (Juan 14:1). Existía
el peligro de que los discípulos, después de andar más de tres años con él, pensaran
que podían tener comunión con Dios independientemente de Cristo. Por eso el
Señor les dice estas palabras, casi al final de su ministerio, para asegurar
su corazón en la verdad.
Luego, cuando
Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta” (Juan 14:8), el
Señor le dice: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre ...” Esto es
claro: quien conoce a Cristo, conoce también al Padre.
Aun hay
cristianos que no honran al Hijo suficientemente. Se preocupan de las cosas
en torno al Hijo, pero no del Hijo exactamente. Es posible que estén afanados
en sus obras, en sus planes y programas, pero al Hijo no le toman muy en
cuenta.
Pocas veces
están con Él a solas en la intimidad. Muy pocas veces, tal vez nunca, ellos
cierren la puerta de su dormitorio para decirle: “Señor, aquí estoy delante
de ti, porque te amo, y quiero dedicarte este tiempo. Porque quiero que en
este momento mi corazón se transforme en un altar desde el cual suba hacia ti
un incienso suave, un olor deleitoso que agrade tu corazón.” Pocas veces
ocurre esto. No podrían pasar más de diez minutos a solas con él porque no
tendrían qué decirle.
Hay también
quienes se interesan en sus dones, pero no en Él, que da los dones. Hay
muchos que hablan en lenguas y que hacen sanidades; muchos que pueden dar
profecías y que danzan a instancias –según ellos– del Espíritu, pero que no
conocen, ni aman, ni honran a Jesús. ¡Qué tristeza da cuando las prioridades
de Dios son alteradas! (Ver Mateo 7:21-23).
Pareciera que
nunca han oído decir al Padre: “¡Este es mi Hijo amado en quien tengo
complacencia!” Pareciera que más bien hubiesen leído en las Escrituras cosas
como estas: “Lo más importante son los dones, o el hacer milagros, o el obrar
del E santo, etc.” Pero en ninguna parte dice así. Más bien dice que los que
no honran al Hijo, no honran tampoco al Padre; y que los que no tienen al
Hijo tampoco tienen al Padre.
Algunos
centran demasiado la atención en la Persona y la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo, siendo Dios, no atrae
sobre sí la atención como para ser honrado o glorificado por nosotros. El
propósito de la venida del Espíritu Santo es honrar a Jesucristo. Exaltarlo y
dar testimonio de Él.
¿Cómo es una
persona llena del Espíritu? No es uno que realiza acciones extrañas o
espectaculares delante de los demás. La plenitud del Espíritu consiste en
tener un poderoso testimonio a favor de Jesús, es ser eficaces testigos suyos
(Hechos 1:8).
Cuando se
derramó el E Santo en Pentecostés, salieron todos a proclamar a Cristo como
Señor y hablar de las maravillas de Jesús, el Hijo de Dios. Una
persona llena del Espíritu no tendrá otro tema que no sea Jesucristo. Todos
sus talentos, capacidades e inteligencia los pone al servicio de Él, para
exaltarle a Él. El Espíritu ha sido dado para eso.
Yo os enviaré
el Consolador, el Espíritu de verdad. Él tomará de lo mío y os lo hará saber.
Él me glorificará en vosotros. Ev. de Juan
También es
cierto que algunos de nosotros no siempre hemos dado suficiente lugar al
Espíritu para que exalte a Jesús a través de nosotros. Hemos pensado que
nosotros lo podemos hacer. Tenemos que dejarnos enseñar por el Espíritu para
honrar de verdad al Hijo. A veces nos adelantamos a orar, a cantar, o a
predicar. ¡Cuánto nos conviene esperar al Espíritu, para que, silenciosa y
modestamente, haga en nosotros la obra de honrar al Hijo!
También podemos
afirmar sin temor a equivocarnos, que el objetivo, el centro y razón de ser
de la Biblia, es Cristo, necesitamos conocer a Aquél de quien da testimonio
la Biblia. El Señor le recriminaba a los judíos que ellos escudriñaban las
Escrituras, pero que no querían venir a él para tener vida. (Juan 5:39-40). Solamente en Cristo está la
vida eterna.
Hebreos 1: Al
constituir a su Hijo heredero de todo, ha querido que en su Hijo se reúnan
todas las cosas de lo que está arriba en el cielo y lo que está abajo en la
tierra.
Todo lo hizo
para su Hijo. No había otra razón para crear los mundos infinitos, para crear
los ángeles y arcángeles y todo ser viviente, en todas las dimensiones de
vida existentes. No hay otra razón para que exista el sol y la luna, lo
grande y lo pequeño. Todo fue creado por él y para él. Para que el Hijo de
Dios tenga en todo la preeminencia.
Si nosotros buscamos
riquezas aparte de Cristo, nos quedaremos sin nada. Lo perderemos todo,
porque el mundo pasará, porque los cielos y la tierra, ardiendo, serán
desechos, porque de las cosas primeras no habrá más memoria. Serán como el
tamo de las eras. Los que buscan algo aparte de Cristo, quedarán en la
indigencia más grande, en la mayor bancarrota, porque sólo los que tienen al
Hijo son herederos de todas las cosas.
Los que tienen
a Cristo y vencen con él, heredarán todas las cosas. (Apocalipsis 21:7).
Nadie puede decir: “Yo tengo tesoros en el cielo” si no tienen al Hijo. Esta
es la verdadera riqueza..
Es cierto que
llegará un día, luego que al Padre haya puesto a todos los enemigos por
estrado de los pies del Señor Jesús, cuando todo le esté sujeto, en que Jesús
mismo se inclinará ante al Padre y le rendirá a él todos los reinos y todo la
gloria, para que el Padre sea todo en todos. (1ª Corintios 15:27-28). Pero
eso no lo vamos a hacer nosotros, eso lo va a hacer él, a su debido tiempo.
Y este es el
testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida” (1ª Juan 5:9-12). En el
mundo hay sólo dos clases de personas: los que lo tienen todo y los que no
tienen nada. Los que tienen al Hijo lo tienen todo; los que no tienen al
Hijo, no tienen nada. “El que tiene al Hijo, tiene ... El que no tiene al
Hijo de Dios no tiene ...”
He aquí una
palabra que debe resonar fuerte, como una trompeta o una clarinada. ¡Óiganla los
que están distraídos o indiferentes: “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y
perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira”! ¡Pueblos todos,
naciones fuertes, hombres todos de la tierra: “Honrad al Hijo, para que no se
enoje, y perezcáis por el camino!”.
Moisés en
medio del avivamiento más grande jamás vivido, hasta ahora, le pide al Padre
en Éxodo 33 que le muestre al Hijo. Dios le ofrece las manifestaciones y el
poder del E Santo, pero Moisés prefiere al Hijo, ALELUYA!!!!!!
El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre. Sentencia de Cristo. Inapelable! Él es el Verbo hecho carne, la plenitud de
la Deidad corporalmente, el hacedor y sustentador de todas las cosas visibles
e invisibles. El Señor de señores y el Rey de reyes. El Alfa y la Omega, el
principio y el fin. El mismo hoy, ayer y por los siglos.
Cristo ha sido
el medio de definición entre la luz y las tinieblas, la espada de doble filo
que discierne hasta partir el alma. Yendo sólo a Él sabremos si estamos en
luz o si hay algo extraño. Nuestra capacidad de discernimiento, nuestra
finitud, no alcanza para estar en los lugares espirituales, sin Cristo.
Puestos los ojos en Jesús, es una advertencia y una declaración para todos
los tiempos, circunstancias y movimientos del E Santo-
Él es la piedra
que desecharon los edificadores, que ha venido a ser cabeza del ángulo, que
sin ella todo el edificio cae irremisiblemente.
Pablo le dice
a Timoteo, enfática y categóricamente: Porque hay un solo Dios y un solo
mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo
Luego le
exhorta al Pastor Timoteo, en medio de un mover de Dios tremendo: Timoteo,
hijo mío, ACUERDATE de Jesucristo. No te olvides de Él. No lo dejes de lado. Olvídate
de todo , menos de ÉL!!! Y vuelve a la carga en medio de las manifestaciones
hermosas del E Santo: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina: Persiste en
esto y te salvarás a ti mismo y a los que te oyeran!!
Al Padre y al
E Santo les ha placido, les ha parecido genial y justo, centrar todo en el
Hijo, la gloria, la majestad, los misterios, las riquezas eternas, la
salvación, la redención, el poder, toda la revelación del Padre. TODO!!!
En la Trinidad
decidieron así! Quiénes somos nosotros para cambiar esta sentencia, el deseo
y propósito de Dios?
Hebr.: 1:1-4: Dios habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en
estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó
heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo, el cual, siendo el
resplandor de Su gloria y la imagen misma de Su sustancia y quien sustenta
todas las cosas con la palabra de Su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto
heredó más excelente nombre que ellos.
Ap.: 1:4 Juan, a las siete iglesias que están en
Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus
que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el
primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para
Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí,
amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el
Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Colosenses 1: El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él
y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
y por medio de él reconciliar consigo todas las
cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos,
haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Romanos 11:36: Porque de Él y por
Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos de los
siglos. Amén!!
Ev. de Juan 1: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron
hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas
las tinieblas no prevalecieron contra ella
Hechos 5:30-33: El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros
matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra
por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de
pecados. Y nosotros somos testigos
suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los
que le obedecen. Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
El problema siempre es la Persona de Cristo. Trae
discordia, define lo que es del Espíritu y lo que no es.
Dijo Jesús: El
que en mi no permanece será echado afuera, se secará, lo echan en el fuego y
arderá.
También dijo:
Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti el único Dios verdadero y a
Jesucristo a quien has enviado
El Apóstol Juan afirmó de una
manera tajante y a la vez muy sutil: Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida
eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Y más adelante: Pero sabemos que el Hijo
de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es
verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el
verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos,
guardaos de los ídolos. Amén.
|