Si el
espíritu de la oración no está en el pueblo, el ministro puede predicar
como un ángel, pero no puede esperar el éxito. Si no está el espíritu
de oración en una iglesia puede haber riqueza, puede haber talento,
puede haber cierto grado de esfuerzo, puede haber una gran
infraestructura, pero el Señor no está allí. Que los hombres oren es una
prueba tan segura de la presencia de Dios, como la subida del
termómetro es una evidencia del aumento de la temperatura. Al medir el
Nilómetro la subida de las aguas en el Nilo, también predice la
cantidad de la cosecha en Egipto. Así, la reunión de oración es una
gracia-mómetro, y a partir de ella podemos juzgar el tamaño de la obra
divina en un pueblo. Si Dios está cerca de una iglesia, ésta debe orar, y
si El no está allí, una de las primeras muestras de su ausencia será la
pereza en la oración.